¿Lo "compatimos" papa?
En el año 2020, inicié este blog, "Padre a los Cincuenta y Tantos", con el deseo de compartir mis experiencias y conocimientos en el ámbito de la paternidad. Sin embargo, por diversas razones, solo pude publicar un artículo en aquel entonces. Ahora, en el momento actual, estoy decidido a retomar ese deseo de comunicar y conectar con otros padres a través de este blog. Es por ello que quiero comenzar publicando nuevamente ese primer artículo, reescrito y mejorado con la ayuda de mi colaborador, para que refleje la esencia de mis vivencias y emociones como padre.


Desde antes de cumplir los dos añitos, mi hijo Hugo ya había aprendido la importancia de compartir. Recuerdo los momentos en los que nos sentábamos en el sofá, cada uno con una cuchara, para disfrutar del yogurt juntos. Con esa vocecita adorable, siempre con énfasis de pregunta, me preguntaba si el yogurt se estaba acabando. Era entonces cuando, con una sonrisa cómplice, nos lanzábamos a una carrera por ver quién terminaba primero su porción. Era imposible contener la risa cuando intentaba arrebatar mi cucharada con la boca, mientras yo exclamaba en tono juguetón: "Ninini". No importaba cuántas veces lo intentara, nunca perdía la oportunidad de intentarlo una vez más.
Con el paso del tiempo, Hugo ha seguido compartiendo de la misma manera conmigo. Ahora, más grandito, hace lo mismo con helados, galletas, pasta, arroz y todo lo que podamos disfrutar juntos. Antes de sentarme a reescribir este artículo, mientras terminaba su puré y antes de pasar al arroz y las salchichas, le dije que me había dejado un poquito de su puré para mí. Sin esperar siquiera a que terminara la frase, me miró emocionado y me dijo: "Papá, yo quiero un poquito de tu puré, ¿lo compatimos?". Mis carcajadas resonaron en todo el vecindario.
Pero la experiencia más hermosa de todas ocurrió no hace mucho en el parque, cuando Hugo se encontró con otros niños. Una niña jugaba en un rincón justo debajo de una especie de castillo que tenía un tobogán, estaba con unos platos y tazas junto a sus muñecas, simulando darles de comer. Al acercarse Hugo, deseoso de participar en aquel festín imaginario, la niña se mostró reacia a compartir ni siquiera una pequeña porción. Fue en ese momento cuando escuché las palabras que me hicieron sentir orgulloso: "Niña, hay que compartir para jugar los dos". Ahí comprendí que cada cucharada compartida con mi hijo ha valido la pena, no solo por las risas y el disfrute, sino también por la valiosa lección que ha aprendido y que llevará consigo a lo largo de su vida.
Mi conclusión: Compartir es una lección fundamental que enseñamos a nuestros hijos desde temprana edad. A través de los momentos especiales de complicidad y risas compartidas, ellos aprenden el valor de dar y recibir, de colaborar y construir relaciones significativas. Estos instantes se convierten en recuerdos imborrables y en lecciones de vida que perdurarán en sus corazones.
Te invito a reflexionar sobre los momentos en los que has compartido con tus hijos y cómo estas experiencias han dejado una huella en sus vidas. Comparte tus propias anécdotas y reflexiones en la sección de comentarios. Además, te recomiendo el libro "Educar con sentido: La importancia de compartir en el crecimiento de tus hijos" de Nacho Calderón, donde encontrarás más ideas y consejos sobre este tema.
